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Para que toda institución educativa sea competitiva y prestigiosa, debe tener un buen líder que sea capaz de llevar a un equipo fuerte, aportando ideas, gestionando correctamente los recursos de la escuela, adaptándose a los cambios e innovando en sus proyectos; y de manera especial que logre un alto grado de participación y compromiso entre los miembros de la comunidad educativa. Vemos actualmente que el mundo laboral es muy competitivo. Gracias a las nuevas tecnologías, las empresas en general viven en un nuevo orden en el que las fronteras no existen a la hora de hacer negocios. Esto ha producido una nueva sociedad en la que es muy importante estar altamente cualificados para poder ser los profesionales que toda empresa necesita y en esto no se excluye la escuela como una institución muy importante en la sociedad y en la formación de las generaciones. Cada vez hay más conciencia de la importancia de una buena formación para edificar a la educación como una institución de éxito. El personal de una escuela debe tener las cualidades necesarias para poder rendir al máximo, aportar ideas y ser los líderes que lleven a su institución al éxito y en especial estar dispuestos a PARTICIPAR. El buen liderazgo hace que un equipo de trabajo sea fuerte y consiga sus objetivos; y esto es posible cuando se aplica el empoderamiento organizacional que se refiere a brindar autoridad a los colaboradores para tomar decisiones y actuar sin tener que buscar aprobación, esto significa dejar que el personal use su propia inteligencia, experiencia, intuición y creatividad, hacer que se involucren en las operaciones de la organización, escucharlos y aprovechar sus ideas para ayudar a que la institución mejore y tenga éxito. ¿Cómo es posible que la participación aumente el poder y la influencia de las personas? La clave está en generar una cultura organizacional donde cada uno de los miembros y personal de la institución educativa, se consideren:
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